III Domingo de Adviento

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DIOS ESTÁ EN MEDIO DE TI, NO TENGAS MIEDO: Sofonías 3: Desde el vientre de la madre se ha escuchado esta frase: Dios está en medio de ti, no tengas miedo, pero ante la inseguridad y problemas de la vida, cuesta vivirla, son tantos los miedos que rodean al ser humano: Miedo a perder la vida, el trabajo, a ser abandonado, miedo a un asalto, al fracaso, a la burla, miedo a perder los seres queridos, los bienes materiales, la salud. Los miedos no dejan sentir la presencia de Dios, no permiten experimentar su cercanía, su amor, su misericordia. Se debe empezar en confiar en él, como un niño confía en su padre. Las palabras del profeta son maravillosas: “El exalta de gozo por ti, te renueva por su amor”. Es urgente y necesario vivir la experiencia de la misericordia, la cual se dará después de escuchar, reflexionar y decidir a conciencia el seguimiento del salvador. De esta manera, por gracia Divina, los miedos, inseguridades y temores empezarán a disminuir, porque se sentirá la protección del Señor Jesús y se confiará en que “él quita la desgracia y el oprobio”. El año Santo que se empezó a vivir el pasado 8 de diciembre, con la apertura de la puerta central de la Basílica de San Pedro, es una oportunidad que no se debe dejar pasar, para tener un encuentro vivo con Cristo Resucitado.

Salmo Responsorial

Isaías 12; 2-6

He aquí a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues Yahveh es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación,» Sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación.» y diréis aquel día: «Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas, pregonad que es sublime su nombre. Cantad a Yahveh, porque ha hecho algo sublime, que es digno de saberse en toda la tierra. Dad gritos de gozo y de júbilo, moradores de Sión, que grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

Reflexión

EL SEÑOR ES MI FUERZA Y MI SALVACIÓN:

Cuando el hombre, mira con los ojos de la fe apoyado en la esperanza, junto al salmista exclamará: “el señor es el lote de mi heredad, él es mi fuerza y mi salvación”. Estas exclamaciones se convierten en una oración constante, permitiendo que esté contento y satisfecho con lo que hace, lo que tiene, con su familia, amigos y comunidad. Además, encontrará la fuerza necesaria para ser fuerte ante las adversidades de la vida, apartarse de ellas y seguir sin miedo y temor alguno a Jesús el Salvador. El temor y miedo que debe surgir en el hombre es verse privado de la presencia de Dios, ya que todo lo que ofrece el mundo son falacias que alejan a la humanidad del verdadero humanismo impidiendo el encuentro personal, familiar, parroquial, social y trascendental, esencia de la humanidad.7


Segunda Lectura

Filipenses 4:4-7

Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias.Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Reflexión

EL LEMA DEL CRISTIANO: ESTAR SIEMPRE ALEGRES: Filipenses 4:4-7- Hoy más que nunca se necesita personas contentas, que en vez de lamentarse, renegar, reclamar o pelear, den gracias a Dios y a la vida por lo que tienen, por lo que son, por la vida y por sus seres queridos. Es la petición de Pablo en esta segunda lectura: “estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres”. Es una tarea ardua, por la tensión que se vive en la sociedad en la actualidad; la pobreza, la injusticia yla ausencia de oportunidades. Sin embargo, hay que pedir el don de la alegría la alegría con oraciones y súplicas, para trabajar con el prójimo por un mañana diferente con la certeza que el Señor escuchará y custodiará los corazones, porque es fruto y don del Espíritu Santo. Mi paz os dejo, mi paz os doy, es la promesa del Señor.

EVANGELIO – Lucas 3;10-18

La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?» Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.» Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?» Él les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.» Preguntáronle8 también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» Él les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.» Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.» Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.

Reflexión

¿QUÉ DEBEMOS HACER PARA CONOCER EL REINO DE DIOS? Lucas 3:10-18. El encuentro con Jesús genera interrogantes, dentro de ellos: ¿Qué debo de hacer?: para ser mejor, para agradar a Dios, para ser testimonio y luz en la comunidad, ¿qué debo de hacer?: para configurarme con Cristo, para vivir su amor, para desprenderme de las cosas materiales: ¿Qué debo de hacer?: para vivir la humildad, para entender que la salvación es bondad y misericordia del Señor, ¿qué debo de hacer?: para reconocer como Juan el bautista que no soy digno de desatarle la sandalia de sus pies, para reconocer su poder y grandeza, para entender que lejos de él perderé el horizonte de la vida, ¿qué debo de hacer?

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