¿Cómo educar desde la filosofía?

Para Estanislao Zuleta la educación cuenta con un problema esencial que va de la mano de la enseñanza limitada a resultados y que no da cuenta de los procesos de pensamiento. Este problema es el de enseñar sin filosofía, lo que deja como resultado una educación sin cuestionamientos y sin debate. Por el contrario, una educación filosófica propendería por el pensar mejor, el cuestionarse y el encaramiento de contradicciones. Por medio de esta visión amplificada, Zuleta pretende volver al sentido griego de la filosofía visto a través del amor a la sabiduría y del hombre como ser que busca la universalidad. Educar desde la filosofía quiere decir sobreponer a nivel académico la enseñanza de la filosofía en una búsqueda permanente de la racionalidad. Para esto, Zuleta se apoya en los preceptos kantianos del pensar por sí mismo, ser capaz de ponerse en el lugar de referencia del otro y llevar las verdades hasta las últimas consecuencias; preceptos que dejan ver el rol de la filosofía como algo propio de cualquier campo de conocimiento, en tanto se relaciona con el constante cuestionamiento de los saberes como contenidos académicos dados y vedados de cualquier significación o explicación profunda.

Una educación dada desde la filosofía no es represiva ni deshumanizante, no busca formar hombres como eslabones de las cadenas de mercado sino seres que piensan la sociedad de una manera distinta, que cuestionan, contradicen y critican lo que se les da como establecido, y a partir de este trabajo de reflexión luchan por la obtención de una sociedad vivible. Zuleta ve en la educación la posibilidad de acceso al pensamiento y al saber por medio de la formación. Esta visión es contraria a la formación como proceso de entrenamiento que se presenta en el modelo de enseñanza actual. La educación como formación implica que todos los temas que se vean en la escuela, colegio o universidad, sean abordados en forma filosófica, es decir, como procesos que deben pensarse y no como informaciones terminadas que deben ser guardadas en una memoria carente de toda interpretación. En este sentido, Zuleta centra su interés en una educación alejada de la transmisión de contenidos que pretenden situar las mentes de los estudiantes fuera de todo pensamiento racional:

“Ahora, el pensamiento funciona con las tres categorías: capacidad de admiración: idealización, trabajo o labor; la capacidad de oposición: crítica, rebelión, y otra: la capacidad de creación: sin oponernos a nada, de juego, de  inocencia, de rueda que gira. El espíritu es las tres cosas; sólo si esas tres cosas se combinan funciona el pensamiento filosófico; cuando cualquiera de las tres se enuncia sola es una determinada frustración, una filosofía sombría, un dogmatismo o una idealización de cualquier tipo, o una filosofía rebelde que no es más que rebelión, o es también una filosofía que no tiene ni apoyo en aquello a lo que busca integrarse, ni en aquello contra lo que lucha sino que se predica sólo como juego y que como juego sólo es anarquismo vacío”

Para el desarrollo del pensamiento filosófico, las tres categorías presentadas por Zuleta dan cuenta de las características a las que deberían tender los procesos educativos en la formación como filosofía. La enseñanza de las materias en forma filosófica presenta los principios explicativos que relacionan los sucesos en un contexto determinado y las posibles consecuencias que ese hecho puede generar o pudo haber generado; desmitifica los hechos históricos como fechas exactas que se pierden, porque lo que se pretende es abarcar la universalidad de ese momento, es decir, la forma en que se afectaron todos los ámbitos del entorno social. Para hablar de una educación que abarca la universalidad desde la filosofía, Zuleta reconoce la importancia de la racionalidad del hombre a través de la crítica y la demostración, dos instancias que abren posibilidades de debate. Para Kant los ejercicios de debate permiten que el individuo descubra si sus teorías son válidas o no, aduciendo además que el hombre debe ser consecuente y reconocer las falencias de sus argumentos así como los aciertos en el otro.

Colombia necesita educar desde la filosofía para solucionar los múltiples problemas que la aquejan: Pobreza, delincuencia, Narcotráfico, guerrilla y corrupción entre otras. La educación filosofía ayudará a pensar en una Colombia justa, humana y equitativa.

Orlando Salazar
Ph.D. en Filosofía.

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